Quiero expresar mi sincero reconocimiento a los grandes hombres de este país, sin los cuales esta novela jamás habría visto la luz.
Políticos
admirables como el Molt Honorable Jordi Pujol, Félix Millet, Manuel Chaves,
Luis Bárcenas, Jaume Matas, Francisco Granados, etc. nos han enseñado la manera
correcta de conseguir contratos con la Administración pública en connivencia
con honrados empresarios y cómo gastar convenientemente el dinero de todos sin
que caiga en manos de despilfarradores que lo invertirían en hospitales o
colegios.
Banqueros
ejemplares como los gestores de las Cajas de Ahorros rescatadas por el Gobierno
o el padre del milagro económico español, el incorruptible Rodríguez Rato.
Profesionales eficientes y abnegados que han logrado transferir al Estado las
entidades que dirigían para asegurar su viabilidad, asignándose para sí unas
ridículas indemnizaciones por los servicios
prestados.
Integrantes de la
clase empresarial como Mario Conde, la familia Ruiz-Mateos, Gerardo Díaz
Ferrán, Arturo Fernández, etc. y esforzados miembros de la aristocracia como
Iñaki Urdangarin. Emprendedores intachables que han levantado este país con su
esfuerzo y su intelecto privilegiado. Referentes en el respeto a las leyes y a
los derechos de los trabajadores que han antepuesto siempre el interés común al
suyo propio.
Sin su magnífico ejemplo, los ciudadanos
de esta país nunca habríamos desarrollado el agudo sentido de la economía y la
contención en el gasto que nos ha permitido sobrevivir a la crisis económica a
pesar del aumento del paro y la drástica bajada de nuestros salarios. Gracias a
ellos se ha potenciado la salud pública y hoy somos el país europeo con menos
población hospitalizada (los enfermos han dejado el vicio de acudir a los
hospitales ya que la eficiente gestión del personal hace que no puedan ser
atendidos hasta pasados unos meses, tiempo en el que o bien el paciente se ha
curado de su dolencia o ha muerto, por lo que ya no precisa ningún cuidado
médico). Sin estos señores jamás se habría consolidado un sistema educativo exitoso
como el nuestro (los adolescentes están tan bien educados y son tan responsables
que abandonan los estudios para ahorrar dinero al Estado y facilitar el
aprendizaje de sus ignorantes compañeros). Tampoco habríamos conseguido que
nuestros jóvenes emigraran en masa al extranjero en busca de trabajo después de
pasar muchos años formándose (con lo que se consigue, además de la bajada del
paro, que practiquen idiomas y amplíen sus horizontes conociendo otras
culturas). No podemos olvidar, además, que estos prohombres han promovido
hábitos saludables como la práctica del deporte y la cultura (construcción de
velódromos, conciertos en el Palau de la Música…) y la religión (organización
de visitas papales y alubión de oraciones pidiendo un empleo al dios de turno).
Han logrado el espectacular desarrollo de algunas de nuestras industrias como
la automovilística (concesiones de ITV, organización de la fórmula uno en
Valencia…), la papelera (manufactura de sobres) y la del embutido
(especialmente la del chorizo). También han ayudado a que el populacho inculto
amplíe su léxico incluyendo vocablos como prevaricación, malversación, cohecho,
imputado, acusado, procesado, pitufeo… Por último, han impulsado la mejora de
las relaciones internacionales del Estado estableciendo fuertes relaciones
financieras con Suiza, Panamá, Islas Caimán, Luxemburgo, etc., países sin los
que nuestra economía no podría subsistir.
Estas lumbreras han sido para mí modelos que me han inspirado a la hora de diseñar personajes, escenas, tramas, situaciones, etc.
Estas lumbreras han sido para mí modelos que me han inspirado a la hora de diseñar personajes, escenas, tramas, situaciones, etc.
También quiero agradecer su
aportación a las oenegés y entidades sociales, fuente inagotable de inspiración
sin la que me hubiera sido imposible imaginar muchos de los capítulos de esta
obra.
Finalmente, debo reconocer la
decisiva contribución a mi novela del movimiento okupa y el colectivo
pijoprogre. Estos grupos de sacrificados ciudadanos son dos pilares básicos de
la Barcelona actual y sin su colaboración no resultarían verosímiles algunos de
los episodios que se narran en Vicios del Servicio.
César Blasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario